jueves, 8 de octubre de 2009

agramatical (fluir de la conciencia)

desde el rincón de la casa en el que suelo hacerme un nudo más que sentarme, miro con el alma el espacio que llamo mío. y sé que me multiplico en cada cosa: hay vero en cada partícula y es como si la casa estuviera llena de espejos que me responden y redundan. algunas veces eso me da paz; otras me inquieta. algunas tardes me observo desde mis cosas y veo que soy lo que allí está, y sólo eso: una niña que hace tiempo tiene el cuerpo y la vida de una mujer, de la que se conduele; que sigue necesitando como el aire estar descalza, y acostarse en el piso cuando tiene que llorar o pensar cosas serias; que sueña que el amor existe y que es perfecto, que despierta y asume que acaso sólo se trate del intento desesperado de que la vida no sea únicamente esta agüita breve y torpe que corre por inercia o por ventura y que en algunos casos es un río y en otros ni eso. hay un cuadro en casa en el que he puesto a convivir dos retratos: el de juan “ele” y el del bello zitarrosa; me gusta pensar que simbolizan mis orígenes y que expresan también mis pasiones. otra cosa que me gusta pensar es que soy valiente, pero eso ya sé que no es del todo cierto. porque si fuera valiente de verdad ya habría dicho que basta de dolor y de esperar. ahora pienso que quizás hoy te llame y te lo diga. que basta de dolor y de esperar. o quizás prefiera esperar a que todo pase y se diluya, quizás sólo elija entrar lentamente en el río de juan “ele” y dejar que se lleve hasta el último recuerdo de vos. no soy buena para las decisiones drásticas. no, no es cierto, lo soy; es sólo que tardo un poco. y es un espanto que esta tarde mis espejos me traicionen y cuando quiero mirarme, estés vos. y es más un espanto que sólo estés en los espejos. y más que espanto es muy triste, muy triste, que ya haya oscurecido y que una niña esté sola y llorando, acurrucada en el piso. y que yo no sepa qué hacer al respecto.
vuelvo a mis cosas, las importantes
las impostergables, las necesarias
y es bueno que en alguno de mis mundos
habiten cosas reales

cuando me pierdo
o me abrumo
es casi lo de siempre
pero no:
es lo de siempre
más la molestia del mucho espacio
del mucho tiempo
y recuerdo por qué me aferré a la costumbre
de hablar sola
(hablar…
si sólo fuera eso…)

entonces me encuentro conmigo y me saludo
con un gesto breve y comprensivo
(digamos, una sonrisa de lado)
me recuerdo que yo misma he tomado
mis propias decisiones

y cuando me fatigo en devaneos y acasos
me agradezco haber construido un refugio
(es bueno que en alguno de mis mundos
habiten cosas reales)