domingo, 13 de abril de 2008

Otoño (mauricio rosencof + jaime roos)

Aquella tarde de otoño era dorada
Árboles y casas tras un tul amarillento
Las copas calmas, el cielo tenue, el sol más lento.
Sus ojos sonreían, estaba enamorada.
Caminábamos los dos la hora encantada
En que el farol garúa su primer aliento
Cuando salta a su paso un presentimiento:
“Dios mío”, dice, “¡que nunca pase nada!”.
“¿Qué puede pasar? Nada. Nada va a pasar”
“No sé… es que todo esto es tan hermoso”.
Nos besamos con miedo y volvimos a andar
Pero tanto silencio se nos hizo penoso.
Entonces eligió hojitas secas para pisar
Y el juego volvió el dorado más luminoso.
Ésta es una de mis canciones preferidas del disco de Jaime Roos, "La Margarita", sobre poemas del uruguayo Mauricio Rosencof. La historia en torno al poemario del entrañable Mauricio es más larga y muy hermosa, y merece una dedicación especial que me resulta imposible en esta tarde; ojalá me acuerde de contarla en otro momento, porque es bellísima en serio.
(Gracias a Martín, a quien le debo el haberme encontrado con esta maravilla que ahora comparto y, si me permiten, recomiendo.)