Son días de presentes. Me han tocado varios. Algunos me los procuré y otros me los procuraron.
Un anotador y un lápiz. Un pato que dice te amo. Algunos mensajes sorpresivos y mensajeros sorprendentes. Algunas ausencias de esas que me hacen pensar “aquí no hay nada”; luego unas cuantas palabras que borraron tal miedo –con ese borrador efímero que a menudo me permite engañarme o no pensar-. Y algunos otros presentes, que tienen tanto valor en sí mismos que no necesitan de nosotros para tener más de eso.
Mi madre además me obsequió algo parecido a un permiso: la declaración de que no es necesario encontrar un esposo (no sé si alguien lo andará buscando) para tener hijos. Toda una revelación. Olvidé decir muchas gracias en este caso.
También he recibido presentes más comunes, más “de diario”: algún gesto histérico y encantador (ya tenía), alguna mirada lasciva tentadora (otra vez, ya tenía), unos cuantos “hermosa” (de esos voy a armar una colección porque me siguen encantando). Esos, los regalos masculinos. De algunas otras mujeres he recibido cosas repetidas también; algunas de esas cosas las tiré, porque dolían.
Y yo aun no me he dado ningún obsequio. Lo estoy preparando todavía. Un nuevo presente me voy a regalar. Que tenga casi todo lo mismo que me rodea, pero que sea mirado por mí con otros ojos. Eso, más o menos. Otros ojos y otro corazón me voy a regalar. Pronto.
26/12/09
martes, 5 de enero de 2010
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2 comentarios:
Q lindo!!!!, ya extrañaba tus letras, Vero, y eso q estoy leyendo un montón. Pasé muchas veces para ver si habías publicado algo.Muchos besos.
Gracias Meli!! Una cerveza prontito, no? Gui también anda por acá creo, así que podríamos arreglar algo. Besos
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